7 de mayo de 2009

Aportes en la alquimia

Alquimia
Newton dedicó muchos esfuerzos al estudio de la alquimia. Escribió más de un millón de palabras sobre este tema, algo que tardó en saberse ya que la alquimia era ilegal en aquella época. Como alquimista, Newton firmó sus trabajos como Jeova Sanctus Unus, que se interpreta como un lema anti-trinitario: Jehová único santo, siendo además un anagrama del nombre latinizado de Isaac Newton, Isaacus Neuutonus - Ieova Sanctus Unus.
El primer contacto que tuvo con la alquimia fue a través de Isaac Barrow y Henry More, intelectuales de Cambridge. En 1669 escribió dos trabajos sobre la alquimia, Theatrum Chemicum y The Vegetation of Metals. En este mismo año fue nombrado profesor Lucasiano de Cambridge.
En 1680 empezó su más extenso escrito alquímico, Index Chemicus, el cual sobresale por su gran organización y sistematización. En 1692 escribió dos ensayos, de los que sobresale De Natura Acidorum, en donde discute la acción química de los ácidos por medio de la fuerza atractiva de sus moléculas. Es interesante ver cómo relaciona la alquimia con el lenguaje físico de las fuerzas.
Durante la siguiente década prosiguió sus estudios alquímicos escribiendo obras como Ripley Expounded, Tabula Smaragdina y el más importante Praxis, que es un conjunto de notas de Triomphe Hermétique de Didier, libro francés cuya única traducción es del mismo Newton.
Cabe mencionar que desde joven Newton desconfiaba de la medicina oficial y usaba sus conocimientos para auto recetarse. Muchos historiadores consideran su uso de remedios alquímicos como la fuente de numerosos envenenamientos que le produjeron crisis nerviosas durante gran parte de su vida. Vivió, sin embargo, 84 años.
COEXISTENCIA OCASIONAL
No se trataba de una paradoja. En aquella época la coexistencia ocasiona 1 entre experimentación, religión y superstición no era algo extraño para los científicos: basta pensar, por ejemplo, en la pasión extraordinaria que Newton sintió toda su vida por la alquimia, una pseudociencia medieval alejada del racionalismo que él y otros científicos propugnaban como método. El mismo Newton dejó constancia de esta confluencia entre lo divino y lo racional en su obra. El propio físico inglés explicó: "Cuando escribí mi tratado sobre nuestro sistema del mundo, no dejé de pensar en aquellos principios que podrían conducir a hombres reflexivos a creer en la divinidad, y nada puede ser más satisfactorio que la comprobación de que es útil para este propósito». Para entonces, Newton había aportado un nuevo modelo científíco, que se basaba en la demostración racional de los fenómenos de la naturaleza.
FUE UN ESTUDIOSO APASIONADO DE LA ALQUIMIA DURANTE TODA SU VIDA
El espíritu inquieto de Newton lo llevó a interesarse por otras disciplinas que se alejaban de la ciencia estricta y que tenían que ver más con las pseudociencias de la época medieval. Se trata de la alquimia, de la cual Newton se reconoció como un aficionado y practicante irredento durante más de 3o años. No es casual que el lo por ciento de su biblioteca estuviera compuesto por viejos volúmenes sobre alquimia que, supuestamente, albergaban el secreto para obtener la mítica piedra filosofal, el medio definitivo para convertir la materia inanimada en oro. Como era de esperar, los experimentos que Newton desarrolló en este campo terminaron en un rotundo fracaso. No obstante, su fe en este empeno permanecio inquebrantable a lo largo de su dilatada vida de investigador racionalista.

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